Crimen computerizado y usuario común


Crimen computerizado y usuario común.

XABIEL GARCÍA PAÑEDA

VICEDECANO DEL COLEGIO OFICIAL DE INGENIEROS EN INFORMÁTICA DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS

YA hace tiempo que no nos sorprende ver en la prensa noticias sobre redes de distribución de pornografía infantil en Internet, robo de información confidencial de sistemas informáticos, o técnicas para sacar dinero de nuestras cuentas bancarias a través de sitios web. La cruda verdad es que el crimen computerizado es una realidad social como son los carteristas o los secuestros ‘express’. Ciertamente, no debemos llevarnos las manos a la cabeza por ello, ya que todo lo relacionado con Internet se ha convertido en los últimos años en un gran negocio, y alrededor del dinero siempre surge el crimen.

Los gobiernos y diferentes organizaciones internacionales hace tiempo que conocen el problema, y han creado grupos y unidades policiales especializadas para tratar de estudiarlo y erradicarlo. A pesar de ello, se espera que en los próximos años el volumen de delitos informáticos crezca de forma muy importante.

Internet surgió como una red académica, y la seguridad en las etapas iniciales no fue ni mucho menos una prioridad. Al crecer de una forma libre, en un entorno internacional y sin una regulación específica, se creó un entorno de máxima libertad de expresión, pero a la vez, caldo de cultivo para actividades ilegales o cuando menos alegales. Con la llegada de los negocios a la red, tiendas virtuales y banca por Internet fundamentalmente, el clima que se respiraba de relativa paz cambió radicalmente. Lo que antiguamente eran pequeñas ilegalidades, juegos poco recomendables, y alguna gracia de mal gusto, han pasado a ser delitos en toda regla que bandas bien organizadas realizan apoyándose en la informática.

En este entorno a las compañías no les queda otra solución que invertir en la seguridad de sus sistemas informáticos, eso está claro, pero seguramente lo que se están preguntando es ¿qué debemos hacer los usuarios comunes? Esas personas que tienen su ordenador conectado a Internet, que, de vez en cuando, operan a través de ella sus cuentas bancarias y que tienen una dirección de correo a la que llegan habitualmente decenas de correos basura.

Muchas y variadas son las recomendaciones, pero creo que es posible resumirlas en tres.

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