¿Qué pasa con la informática?


Nos ha tocado vivir en una sociedad que cambia a un ritmo vertiginoso. Las transformaciones son tan rápidas que, en muchos aspectos, se ha impuesto la fugacidad. Vivimos en la antítesis, por poner un ejemplo, de lo que era el mundo medieval donde una novedad suponía casi una amenaza al sistema imperante. En el mundo laboral los gremios controlaban unas férreas estructuras fuera de las cuales resultaba poco menos que imposible el ejercicio de la profesión. En nuestro tiempo, por el contrario, las transformaciones en el mundo laboral son una realidad permanente. Hace sólo unas décadas muchas de las profesiones que hoy forman parte de nuestro mundo no existían. No había astronautas, ni controladores de vuelo ni ingenieros informáticos, cuyas actividades han transformado la realidad que nos rodea.

Todavía recuerdo la primera vez que envié por correo electrónico un texto a mi editor, se trataba del original de una de mis novelas. Era 1998 y lo fue desde el ordenador de un amigo que tenía «internet», lo hice con mucha reticencia y no pocas dudas acerca de donde podían ir a parar aquellos cientos de páginas. Desconfiado, dejé que transcurriese media hora antes de llamar para comprobar que había ocurrido. Tengo que confesar cierta sorpresa cuando me dijo que ya tenía impreso el texto. Entonces le comenté a mi amigo: «Esto es magia, en otro tiempo te habrían quemado por practicas brujeriles». Desde entonces, la informática continua teniendo para mí un halo de magia, de misterio; una percepción que a veces confirma mi «informático» cuando, ante ciertas situaciones anormales de funcionamiento que se resuelven de forma inexplicable, me dice: «misterios de la informática». 

Sin embargo, la realidad no es misteriosa, es pura y simplemente una ciencia detrás de la cuál hay muchos miles de profesionales: los ingenieros informáticos, cuyo futuro laboral presenta perfiles inquietantes. Lo digo porque existiendo una titulación con todas las bendiciones académicas, su actividad laboral, el ejercicio de su profesión no está regulado. Mucho peor no existe. El Ministerio de Ciencia e Innovación no tiene recogida la actividad de informática como profesión regulada en España. Ni en el Real Decreto de 1991, ni en el anexo de ampliaciones de 1998, lo cual tiene cierta lógica porque la carrera no existía como tal. Pero esa lógica desaparece cuando nos encontramos con que tampoco se ha incorporado después de una Directiva Comunitaria publicada en el 2005.

¿En manos de quién está entonces el ejercicio profesional de esta importante actividad en la sociedad de nuestro tiempo? ¿Quién firma y, en consecuencia, se responsabiliza de las instalaciones informáticas de los proyectos que requieran de ellas?

Por lo que sabemos se la han adjudicado a los ingenieros de telecomunicaciones con el argumento de que la ingeniería informática es demasiado joven. No parece un argumento serio desde el momento en que académicamente se les considera aptos. A otras ingenierías como la de telecomunicaciones, por ejemplo, se le regularon las competencias diez años después de creada la titulación. Ese tiempo ya ha sido rebasado por la ingeniería informática y sus titulados se quejan de que en secretarías claves de los Ministerios de Ciencia e Innovación y de Industria, de quienes dependen sus competencias y la regulación de sus actividades están ocupadas por ingenieros de telecomunicaciones. ¿Nos encontramos ante un caso de corporativismo? 

En cualquier caso alguien debe tomar cartas en el asunto para dejar claras las expectativas de muchos miles de jóvenes profesionales en un terreno tan importante como la informática.

Fuente: ¿Qué pasa con la informática? [ABC.es]