Hubo un antes y habrá un después


Hubo un antes y habrá un después.

XABIEL GARCÍA PAÑEDA

VICEDECANO DEL COLEGIO OFICIAL DE INGENIEROS EN INFORMÁTICA DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS

SEGURAMENTE recuerden el significado del término «revolución industrial» y probablemente les suene otro de nuevo cuño como es la «revolución de internet». Si establecemos un paralelismo entre ambos hitos históricos, nos daremos cuenta de sus similitudes y de los elementos que han hecho o van a hacer que permanezcan en nuestras mentes generación tras generación. Refresquemos un poco la memoria para recordar el evento que desencadenó la revolución industrial. No fue otro que la invención de la máquina de vapor por el mecánico escocés James Watt. De la misma forma, en la revolución de internet el desencadenante fue el diseño de una red que interconectara ordenadores, permitiendo el intercambio global de información. Sin embargo, en los dos entornos históricos han sucedido y sucederán hechos que con el tiempo ocultaron u ocultarán este primer invento y harán de catalizadores del proceso de desarrollo tecnológico y social.

En el caso de la revolución industrial se puede pensar en la invención del automóvil por parte de Karl Benz -y la posterior popularización por Henry Ford- como el hecho que eclipsaría cualquier otro invento del momento, dándole un grandioso impulso al desarrollo mundial. A partir de ese momento, el transporte de mercancías y personas se hizo algo realmente fácil y barato, lo que impulsó el turismo, el comercio y la industria.

En la época de internet, una de las creaciones que avivan esta llama es, sin lugar a dudas, la aparición del comercio electrónico. Dentro del mismo incluiremos la venta al por menor (conocido a través del nombre técnico ‘Business to customer’) de billetes de avión, libros, música, etcétera, y las subastas; las transacciones comerciales entre empresas (conocidas como ‘Business to business’) y muchos de los procesos de administración electrónica, como pago de tributos y multas o reserva de cotos.

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