La pandemia nos hizo ver algunos errores y carencias que se deben superar para proteger los intereses de los ciudadanos: por una parte, la automatización no solo en cuanto a la gestión documental, sino en cuanto a la interconexión de archivos y registros. Y por otra parte, la necesidad de disponer de profesionales cualificados para abordar problemas complejos como puede ser la implantación repentina del teletrabajo.
Las administraciones públicas ya disponen de un amplio catálogo de servicios electrónicos, sin embargo, aún existen enormes deficiencias que se necesitan desarrollar. En abril de este año surgía una noticia en la prensa: “Unas 14.000 familias que cobran el ingreso mínimo tienen que devolver el salario social”. El problema surgió porque la administración pública subvencionó a los mismos colectivos de personas desde dos administraciones distintas, siendo incompatibles ambas asignaciones de los receptores de las subvenciones. Los perceptores se beneficiaron de ambos ingresos pero este fue un grave error de control interno de la propia administración del que no se puede culpar a los ciudadanos.
Las inversiones en infraestructuras y el uso intensivo de las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) son dos ejes fundamentales para el desarrollo de los ciudadanos y empresas para lo cual se deben de aportar recursos que reviertan directamente en la sociedad.
Gracias al enorme esfuerzo de los profesionales de las TIC ha sido posible amortiguar el impacto del Covid sobre la vida y supervivencia de los ciudadanos y empresas de una sociedad sorprendida por la inmediata necesidad de un confinamiento estricto y riguroso. La rápida reacción tecnológica ha encontrado una solución para evitar lo que sin duda hubiera sido un colapso económico y social de dimensiones incalculables. El teletrabajo ha impedido una ruina en las personas, en el comercio y en las empresas.
La Administración Pública, gracias al teletrabajo, ha podido reducir el impacto sobre las personas más desfavorecidas pudiendo gestionar las diversas ayudas desde el confinamiento en sus domicilios de los trabajadores públicos. La enseñanza a distancia ha permitido dar continuidad a la actividad educativa aportando, además, los recursos y servicios tecnológicos necesarios a los más necesitados para evitar una brecha educativa; los recursos tecnológicos han posibilitado la atención médica de muchas personas sin necesidad de acudir presencialmente a los centros de salud; la tramitación telemática de ayudas y subvenciones ha permitido dar servicio a la población para cubrir sus necesidades más básicas; las tecnologías han sido la tabla de salvación para una población confinada, ya que permitieron mantener en contacto a las personas, evitando la soledad y el aislamiento social y ayudaron a soportar el confinamiento.
La experiencia que ha vivido la Administración electrónica últimamente debe suponer una responsabilidad colectiva para aprovechar las lecciones aprendidas y avanzar hacia una Administración Pública a la altura de los tiempos que corren, replanteándose decididamente el dimensionamiento tecnológico adecuado en cuanto al presupuesto, número y perfiles profesionales que son necesarios en la Administración Pública actual para dar servicio a las cada día más exigentes demandas de los ciudadanos y empresas.
El 13 de marzo del 2020 cuando se nos dijo que se decretaba el estado de alarma y el confinamiento, a los responsables tecnológicos del Principado de Asturias se nos cayó el mundo encima, fue como si estuviéramos volando en un avión y nos dijeran que teníamos que fabricar paracaídas para todos los pasajeros porque nos quedábamos sin combustible y había que evacuarlos. Pues bien, fuimos capaces de fabricar los paracaídas y explicar a todos los pasajeros cómo debían de usarlos. En diez días de intenso trabajo, con una dedicación ininterrumpida de 24 horas, logramos poner a disposición de los trabajadores públicos las herramientas, servicios y conocimiento para poder trabajar desde sus casas como si estuvieran en el puesto de trabajo, algo totalmente inimaginable en aquellos momentos. Y todo ello, gracias a la capacitación tecnológica de todo el equipo y con profundos conocimientos y capacidad de gestión tecnológica y administrativa de todos los niveles y perfiles tecnológicos. Esto nos llevó a reflexionar que se necesitan sólidas bases tecnológicas tanto a nivel universitario como a nivel de formación profesional, ya que todos son absolutamente imprescindibles. Como todos sabemos la cadena siempre se rompe por el eslabón más débil y si falla un perfil profesional, se rompe la cadena.
Pero no solo se necesitan buenos profesionales, sino que, además, se les debe de formar en el área de aplicación concreta que es el conocimiento de la gestión pública, muy diferente a la gestión empresarial. En nuestro caso, si los profesionales no tuvieran buenos conocimientos de los procedimientos de gestión pública habría sido muy difícil cumplir los objetivos previstos.
También nos enseñó la pandemia que la disciplina informática no consiste únicamente en establecer políticas sectoriales de conocimientos específicos en materias concretas en base al razonamiento de que la tecnología va cambiando y se deben de establecer carreras profesionales específicas. Entre otras razones por la propia hipótesis de que la tecnología cambia muy rápidamente, con lo cual, cualquier nueva iniciativa curricular, quedará obsoleta en pocos años. Lo importante es tener profundos conocimientos informáticos y de gestión de proyectos y servicios. Del mismo modo que la tecnología se adapta a las personas, los buenos profesionales se adaptarán fácilmente a las tendencias tecnológicas.
Ramiro Concepción Suárez
Jefe del Servicio de Infraestructuras TIC del Principado de Asturias